porque el Carnaval (nuestro Carnaval), quiérase o no, es un hijo (aunque sea hijo prodigo) del Cristianismo; mejor dicho, sin la idea de la Cuaresma (Cuadragésima), no existiria en la forma concreta en que ha existido desde fechas oscuras de la Edad Media europea.
*J. Baroja, El Carnaval, p. 31.
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